[Capítulo del libro de PEDRO BASTOS (ed.) Treinta años de ayuntamientos democráticos en Hervás, febrero de 2011]
Corría el año 1984 cuando llegué a Hervás con mi familia. Retornábamos a Extremadura, después de una larga estadía en tierras andaluzas, mediante el concurso de traslados para el cuerpo de maestros de enseñanza pública.
Yo ya conocía Hervás. Había paseado sus calles y recorrido su sierra entre 1973 y 1974, cuando ejercí en Aldeanueva del Camino, muy al principio de mi carrera de maestro. Me dio tiempo, además de para apreciar la sinfonía de piedra, agua y verde de sus paisajes, para compartir charla y vaso de vino con algunos de sus paisanos en las Cuevas del Calvo, regentadas por el amigo Lorenzo. En aquel espacio bohemio y entrañable se percibía rápidamente que tampoco en lo humano, en lo social y en lo cultural era Hervás un pueblo en blanco y negro, como sí lo eran otros muchos en aquella España de finales del franquismo.
Para 1984, cuando me incorporo al claustro del Colegio Público Santísimo Cristo de la Salud, estaba aún reciente la llegada de nuestra democracia. Aun después de la muerte del dictador, había pasado por momentos malos e, incluso, por momentos de temor. Algunos hervasenses notables en las filas progresistas, como Antonio Vázquez, Pablo Castellanos o Ángel Pérez, figuraron en las listas, elaboradas por los golpistas del 23 de febrero de 1981, con los nombres de los ciudadanos a los que hubieran encarcelado, torturado o asesinado de haber tenido éxito su cuartelazo. Hubo, también, otra lista de ámbito local, confeccionada parece ser que sobre una mesa de El Casino, con la idea de repetir el sistemático exterminio de vecinos de ideas progresistas que ya cometió el fascismo en Hervás tras el golpe militar del 18 de julio de 1936.
No ha habido después de aquella, afortunadamente, más amenazas de este tipo a la institucionalidad constitucional, y nuestra democracia, aún con todas sus carencias y debilidades, transcurre desde entonces con saludable estabilidad. Se han sucedido en Hervás, desde la entrada en vigor de la Constitución, los alcaldes, los concejales de gobierno y de oposición, y de todos ellos es preciso decir que, fueren del partido que fueren, merecen nuestro mayor respeto, por su compromiso con el servicio público desempeñado en la institución municipal.
Sin restar ni un ápice de valor a esta tarea institucional (a la que sin duda otros artículos de este libro prestarán la debida atención) yo quiero dedicar esta mirada al pasado reciente a otra perspectiva: la de la vida cultural y la participación ciudadana. Discurriendo unas veces de la mano de las instituciones y otras al margen de ellas, una esfera cultural y una sociedad civil activas, creativas y críticas son parte esencial e insustituible de una vida democrática plena, rica y saludable.
La actividad sociocultural fue, en el largo camino de salida del franquismo, cauce de expresión para la ciudadanía en su afán de escapar de la miseria moral, socioeconómica y cultural que se hereda de las dictaduras. Y muy especialmente, en las zonas rurales, donde se hace necesaria como antídoto a la mezquindad de las que el aislamiento puede hacer víctimas a sus habitantes. Por desgracia, no en todos los lugares ha pervivido con la misma intensidad aquel impulso cívico y cultural.
Resulta sumamente llamativo para cuantos descubren Hervás la gran vitalidad y el altísimo nivel de su actividad cultural, muy por encima de otras localidades de nuestra región que multiplican nuestra población. Son pocas las facetas de la creación artística que no tengan su reflejo en nuestra localidad, e incluso un recuento superficial y apresurado confirma la impresión de encontrarnos en un rincón culturalmente privilegiado de la geografía extremeña.
La actividad musical es saludablemente frecuente en Hervás. Es posible escuchar música en vivo en espacios públicos (en el Museo Pérez Comendador, en el Cine Juventud, en el Espacio de Creación Joven...) y en locales hosteleros privados (hay que mencionar, por su constancia, al Picaporte), en cuyos escenarios han actuado en los últimos años figuras importantes del rock, el jazz, el folclor, la clásica, el flamenco... Se hacen buenas músicas en Hervás, músicas dispares como las que, al cobijo de estas montañas, han creado la agrupación coral de Pepe Neria, grupos folclóricos Retama (que fundase la incansable y añorada Pilar Muñoz) o Lakaramba, bandas de rock como Dificultades Económicas o Luna Negra, charangas como Atupitanga... Músicos en plena madurez creativa como Ricardo Fournón o Julián Corral siguen alumbrando cotidianamente nuevos proyectos, mientras nuevas hornadas de músicos hervasenses se forman en la activa Escuela de Música que acoge entre sus muros robustos el Museo Pérez Comendador.
El Cine Juventud y el Cine-Club Pinajarro vivieron tiempos de esplendor y sobrevivieron con entera dignidad a la grave crisis de la exhibición cinematográfica en nuestro país (en ambos casos es preciso hacer mención al buen hacer y el amor al cine que durante tantos años dedicó Carlos Fernández a ambos proyectos). Ahora ambas instituciones viven una segunda etapa, a cuyas programaciones hay que sumar las veladas cinematográficas en las noches de verano de los jardines del Museo.
En el caso de las artes plásticas es necesario destacar, aunque sus actividades se extienden a otros muchos campos, el papel del Museo Pérez Comendador-Leroux. Primero dirigido por Aurora Martín y luego por César Velasco, el Museo nunca ha dejado de crecer y evolucionar, custodiando y difundiendo la obra del artista hervasense y de su esposa Magdalena Leroux, a la vez que trayendo hasta aquí importantes exhibiciones de artistas de muy diferentes períodos, procedencias y estilos. Por ejemplo, las vanguardias en las que ahora destacan las jóvenes artistas plásticas hervasenses Bárbara Bejarano, Virginia Rivas, Sara Fernández o Pilar Mesa. Sin olvidar un arte más joven, pero no menor, como la fotografía, que cultivan en Hervás Johnny García o Amós Fernández. Y sin olvidar tampoco el arte de nuestros otros artistas, los artesanos, que dan continuidad a las tradiciones del cuero, la cestería, la forja, la madera...
Otros espacios, fruto de la iniciativa pública y privada, han enriquecido también la oferta cultural local, como la Casa de la Cultura, la Galería 99, la sala de exposiciones de La Iguana, la Casa de los Títeres, el Espacio de Creación Joven...
Existiendo desde siempre otras actividades teatrales estimables, al hablar de teatro en Hervás hay que dedicar un justo protagonismo a Los Conversos, una multitudinaria representación teatral popular de la que centenares de hervasenses han sido partícipes de diferente forma (actores, músicos, técnicos, sastres, decoradores...) a lo largo de sus ya muchas ediciones. Los Conversos ha llegado a convertirse en todo un signo de identidad cultural de nuestra localidad y en todo un referente turístico dentro y fuera de Extremadura.
Acogiendo la Biblioteca Pública Municipal, dirigida primero por César Velasco y ahora por Jonás Sánchez Pedrero, el Museo se ha convertido también en la casa de las letras hervasenses, con sus constantes actividades de fomento de la lectura, sus concursos y publicaciones literarias... Hervás no ha estado nunca huérfana de buenos escritores, desde una figura consagrada de las letras castellanas como Víctor Chamorro (que, retornado por fin de su exilio madrileño, prosigue con energías renovadas su tarea creadora, ahora más y mejor difundida gracias a su propio sello editorial), hasta una joven promesa como Urbano Pérez, sin olvidar al poeta y flamencólogo Emilio González, que añadió a su nombre el “de Hervás” como gesto de cariño hacia su localidad de origen. Y reservando una mención especial, y llena de cariño, hacia Valentín Ginés, del linaje de Heráclito y de Krishnamurti, caminante que encontró en nuestro pueblo un momento de descanso y que nos retrató en una serie de libros entrañables y conmovedores, para luego marcharse como vino: sin hacer el menor ruido.
Un lugar central en la vida cultural de nuestra localidad lo ha jugado desde hace muchos años Radio Hervás, primero como radio asociativa y hoy como emisora municipal, ante cuyos micrófonos han estado tantos hervasenses de muy distintas edades e inquietudes al cargo de espacios informativos, musicales, literarios... Al empeño y buen oficio periodístico de su actual director, Marcos Díaz, debemos también la iniciativa de La Crónica de Ambroz, que pone en negro sobre blanco la actualidad de nuestro valle desde hace más de un lustro.
Vitalidad cultural y compromiso cívico son frutos de un mismo sustrato. Por eso a este repaso a nuestra vida cultural quiero añadir, aún brevemente, el de algunas otras actividades, de orientación a la vez cultural y sociopolítica, protagonizadas por la sociedad civil hervasense a lo largo de los últimos años.
En defensa de la paz y la libertad se ha echado la ciudadanía hervasense a la calle no pocas veces en los últimos años. En 2003 contra la guerra de Irak, en 2006 contra la guerra de Líbano y en 2009 contra la guerra de Gaza, Hervás ha sido, en proporción a su población, un rincón extraordinaria y ejemplarmente sensibilizado y movilizado de la geografía española (y en las tres ocasiones hay que hacer mención especial al compromiso y al empeño de nuestro conciudadano Gabriel Jiménez). Y ahora mismo, a comienzos de 2010, cultura y solidaridad se reúnen en apoyo del pueblo haitiano tras el desastre natural, en una iniciativa ciudadana organizada y difundida desde las redes sociales en internet.
A las sucesivas plataformas ciudadanas que han impulsado estas convocatorias hay que sumar la actividad de movimientos sociales como el Ateneo Libertario de Hervás, que ha promovido asambleas, debates y otras actividades en torno a materias como el medio ambiente, los derechos civiles, la igualdad de género... También el Colectivo Ambroz de Ecología Social, que realiza cotidianamente distintas actividades sobre agricultura ecológica, cambio climático, energías... (ambos colectivos están ahora implicados en el recién inaugurado Centro Social La Barajunda, un espacio autogestionado dedicado a la actividad social y cultural). Sin olvidar un activo movimiento cívico de recuperación de la Memoria Histórica, del que participan jóvenes y mayores, y que poco a poco nos va devolviendo un pedazo, tanto tiempo robado, de nuestra historia y de nuestra dignidad.
Inevitablemente, en este repaso apresurado se han quedado muchos nombres en el tintero, y pido disculpas por ello. Pero hay uno que quiero mencionar muy expresamente antes de terminar. Entre los estudiosos, incansable y tenaz, altruista y honesto, recio y sensible, noble y coherente, está nuestro buen amigo Pedro Bastos, que dedica buena parte de su tiempo al servicio a la comunidad, unas veces como concejal, y otras impulsando proyectos como esta publicación, ayudándonos con ello a recuperar la historia reciente de nuestro pueblo. Gracias, Pedro, por tu ejemplo de ciudadanía.
1 comentario:
Fue un honor contar con tu participación en mi humilde trabajo, gracias Paco.
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