jueves, 25 de febrero de 2010

Camino de Monfortiño. Algunas reflexiones sobre la situación política española


Es posible que el lector o lectora se sintiesen, como yo me sentí, muy cercanos al presidente Rodríguez Zapatero cuando decidió el fulminante retorno de nuestras tropas de la inmoral e ilegal guerra de Irak; o cuando promovió la Ley de Dependencia o la reforma del Código Civil, puntas de lanza en Europa en materia de derechos sociales y de ciudadanía; o cuando procuró, sin éxito pero con nobleza y altura de miras, acabar con la lacra del terrorismo por la vía del diálogo; o cuando abordó, con inteligencia y sin dogmatismos, la reforma de los Estatutos de Autonomía; o incluso cuando, más recientemente, pronunció su acertado discurso de defensa de los desfavorecidos y respeto a la diversidad durante el "desayuno de oración" con Obama en Washington...
Tal vez el lector o lectora, como también me ocurrió a mí, sintiesen un tanto aguada esa cercanía cuando el presidente prescindió de los excelentes ministros Cristina Narbona (Medio Ambiente) y Jesús Caldera (Trabajo y Asuntos Sociales) después de ser reelegido en 2008; o cuando dejó a medias, tras muchas concesiones a la derecha, una Ley de Memoria Histórica que sólo en parte recoge las legítimas aspiraciones de las víctimas de la dictadura franquista; o cuando no se atrevió a meter mano en el humillante Concordato con la jerarquía vaticana (la Gran Hipócrita, que diría nuestro buen amigo Víctor Chamorro); o cuando dio marcha atrás en su promesa electoral de empezar a cerrar las centrales nucleares en favor de fuentes de energía más saludables y sostenibles; o cuando, a la hora de poner remedio a los estragos de la crisis, decidió meter una enorme saca de dineros públicos en las arcas de la banca y sólo una pequeña huchita en el bolsillo de los parados...
Cabe preguntarse si las últimas elecciones generales las ganó realmente el Partido Socialista, o si más bien fue su candidato el que recogió muchos "votos prestados" de aquellos electores, situados ideológicamente a la izquierda o muy a la izquierda del PSOE, pero razonablemente satisfechos tras una primera legislatura ejemplar (y también razonablemente aterrorizados ante la derecha ultramontana y revanchista del "¡se rompe España!"). Y quizás eso pueda explicar que ahora, cuando las condiciones económicas han empeorado tanto y el gobierno ha visto tan adelgazado su balance de éxitos, no sean muchos los ataques contra el PSOE, y sin embargo se generalice una feroz campaña de acoso y derribo obsesivamente personalizada contra Rodríguez Zapatero.
Bienvenidas sean, sobre todo en tiempos de zozobra e incertidumbre como estos, la crítica constructiva y la propuesta de alternativas... Pero, ¿es esta la actitud de la oposición? No. Lo que hay es una machacona campaña de destrucción personal y política del presidente. No hay un sólo día que el Partido Popular no convoque un acto o rueda de prensa, sin más objeto que la descalificación destructiva, a cargo de los Cospedal, Sáenz de Santamaría, González Pons o Montoro, ahora con el acompañamiento de los fracasados Arenas y Floriano (vividores vitalicios de la política, a pesar de sus reiterados fiascos en las urnas). Una chirriante orquestina que (bajo la batuta del impresentable Federico Trillo y con partitura firmada por José María "que vuelvo, que vuelvo" Aznar), toca una y otra vez la melodía, ya bien conocida de la anterior legislatura, del más repulsivo carroñerismo político, con el único fin de recuperar como sea, y al precio que sea, la "finca España" que esta derecha asalvajada considera suya, desde siempre y para siempre, digan lo que digan las urnas... ¿Qué hay que hacer para conseguirlo? ¿Envenenar la convivencia jugando la carta de la xenofobia contra los inmigrantes? ¿Manipular políticamente el terrorismo y a sus víctimas? ¿Hacer propuestas dementes y retrógradas sobre la cadena perpetua o el encarcelamiento de niños de doce años? ¡Pues adelante! Parece que nunca le faltan voluntarios a la derecha española para esta faena inmunda de cultivar la mentira y cosechar el odio...
Para colmo de males, la derecha parece no estar sola en esta tarea de destrucción personal del presidente Rodríguez Zapatero. Si no, ¿cómo entender las críticas desabridas y desleales de la cadena SER o del diario El País, o las salidas de pata de banco de Joaquín Almunia, Felipe González o José María Barreda, cuestionando la capacidad y las decisiones (no por casualidad, casi siempre las más progresistas) del presidente? Y a todo este fuego desde ambos flancos contra el inquilino de La Moncloa, hay que sumar las constantes embestidas de la Conferencia Episcopal, con el inefable Gran Inquisidor Rouco Varela a la cabeza (contra el derecho al aborto, contra el matrimonio gay, contra la Educación para la Ciudadanía...), o los palos de ciego de una Justicia incapaz de tirarle siquiera un bocadito a los turbios tejemanejes de los Fabra, Camps o Bárcenas, pero sí dispuesta a poner en la picota al (por otro lado, no siempre acertado ni defendible) juez Baltasar Garzón, por haber tratado de esclarecer judicialmente los crímenes del fascismo y reparar la memoria y el honor de sus víctimas... ¡Vivir para ver!
Posiblemente, y ante el riesgo de acabar perdiendo definitivamente los nervios ante este panorama desolador, lo mejor para el ciudadano de izquierdas sea tomar el camino del exilio, aunque sea en la tan cercana como hospitalaria Monfortiño. Al menos en Portugal no se celebra el 20-N con manadas de energúmenos bufando vivas a Franco con el brazo en alto por las calles (sin que, por cierto, la autoridad competente tome las oportunas medidas al respecto), sino un deslumbrante 25 de abril de claveles encarnados y entusiasta adhesión a los valores de la democracia. La alternativa a este exilio sería, claro, una valiente y decidida movilización de la ciudadanía progresista y la clase trabajadora de nuestro país, que ponga freno a las ansias reaccionarias de la derecha, y que devuelva a nuestro presidente y a su gobierno a la vereda genuinamente progresista de su primer mandato. Pero esa es otra historia, de la que hablaremos más adelante...
Publicado también en El Plural

1 comentario:

Víctor González dijo...

Amigo Francisco.
Eres una isla solitaria en medio de un proceloso mar, infestado de aquellos "que utilizaban la colonia y el honor, para ocultar oscuras intenciones" Maestro J M Serrat, y que superado su "aguardate un poco a ver que pasa" de la transición, ahora, a calzón quitado, reeditan a ese Torquemada de tan infausto recuerdo cada día.
De boniatos y papas me ha llegado ayer recortado, en una carta que me mandó mi padre del periodico Ambroz y pensé, yo habría escrito lo mismo, pero no mejor.
Hace algún tiempo ya que vengo hablando de mi supuesto exilio de este fangal en que se va convirtiendo el país, de no ser por la responsabilidad y los afectos.
En mi blog hay muchos micros de denuncia. Déjame destacarte entre otros, Palabras y cascaras. No te será dificil adivinar quién es el de la foto.
Un abrazo, celebro el hallazgo, y te seguiré leyendo.