lunes, 6 de julio de 2009

Relato de un mal junio. De la actualidad política y el lugar de la cultura


Ha sido este mes de junio un mes malo, muy malo, demencial. Incluso en el continuo despropósito que constituye el curso de los acontecimientos cercanos y lejanos de este mundo nuestro, bien podría parecer que este mes de junio las cosas se hayan despeñado aún más por la pendiente de lo peor.

No resulta fácil para el ciudadano o ciudadana de a pie digerir toda la inmundicia que diariamente le asalta en los titulares de los medios de comunicación. En un mismo día, uno puede empezar desayunándose con las portadas dedicadas al presidente valenciano Francisco Camps, esteta cursi, pulcro, beato e imputado, además de autor de esa memorable declaración de afecto a su buen amigo "El Bigotes" que sin duda merece un hueco destacado en nuestra tradición lírico-amorosa: "Te quiero un huevo, tenemos que vernos y hablar de lo nuestro, que es muy bonito".

Para almorzar, las soberbias e indignas declaraciones auto-exculpatorias de Federico Trillo (fidelísimo legionario del Opus Dei, heroico conquistador de la ínsula de Perejil y canonizador de su exigua población de cabras semisilvestres), tras la sentencia condenatoria contra sus subordinados directos tras la catástrofe del Yak-42, que él gestionó como ministro de Defensa, bajo el liderazgo inspirador de José María Aznar.

Y para cenar, los testimonios escalofriantes sobre los miles de niños, hoy adultos irlandeses, sometidos durante años a atroces torturas y violaciones en centros educativos regentados por la Iglesia Católica. ¿Sabemos los nombres de los demonios de azabache y púrpura que destrozaron las vidas de esos niños, de los pederastas y torturadores? No. El alzacuellos les basta para esquivar la acción de la Justicia. ¿Y la curia vaticana, qué dice? Muchas excusas vanas, algún discreto cambio de parroquia o ingreso conventual... ¿Y qué dice la Conferencia Episcopal española? Que violar niños puede estar mal, pero que sin duda mucho peor es abortar y eso es legal, así que hay que ser indulgente con sus pecadillos. Teniendo en cuenta que se benefician de los impuestos de todos, resultaría decoroso que los sepulcros blanqueados de la Conferencia Episcopal fingieran al menos un mínimo de respeto por el Estado y el Código Penal (por cierto que, inexplicablemente, el autor de estas declaraciones, monseñor Cañizares, no ha sido aún llevado ante los tribunales por apología de la pederastia, ¿a qué espera la abogacía del Estado?).

Y así, empapado de noticias tristes y desazonantes, se va el ciudadano a la cama. Pero junio no ha terminado aún. Aún quedan días para ser testigo de más despropósitos.

Un día es Berlusconi paseándose, con esa pose de padrino mafioso de película yanqui, en alguna de sus decenas de mansiones fastuosas, rodeado de un harén de adolescentes semidesnudas y seguido por un babeante séquito de invitados de la clase política, periodística y empresarial italiana y europea. Y el pueblo, mientras tanto, entre atónito, divertido y cómplice, sigue riendo los chistes de su capo-presidente y regalándole holgadas mayorías en las urnas. ¿Qué cosa terrible le está pasando a los italianos?

Al día siguiente, el llamado "caso Gürtel" y sus ramificaciones, interminable culebrón de espías, corruptos, caciques, micrófonos ocultos, billetes de 500 euros y trajes de lujo que salpica hasta lo más alto en el Partido Popular y sus gobiernos de Madrid y Valencia... O, también en Madrid, la inhumana cacería desatada por la administración Aguirre contra el personal del Hospital Severo Ochoa de Leganés, acusándoles sin ningún fundamento de cometer cientos de asesinatos... O las trapacerías de Camps para boicotear la aplicación de las leyes educativas en la Comunidad Valenciana... Camps, Aguirre, Fabra, Lamela... ¡Y pensar que todos estos personajes han salido contentos y reforzados de las pasadas elecciones europeas! ¡País!

Y sigue quedando mes, suficiente para atender a más informaciones dramáticas (atentados talibanes en Pakistán, bombardeos norteamericanos en Afganistán, pruebas nucleares en Corea, manifestantes tiroteados en Irán, sindicalistas asesinados en Latinoamérica, inmigrantes ahogados en el Estrecho...), a más informaciones vergonzantes (los miles de millones de euros invertidos en megalómanos fichajes futbolísticos, que luego serán rentabilizados gracias a una clase trabajadora alienada y complaciente que, en medio de una crisis aterradora, compra camisetas oficiales de sus ídolos a precios de escándalo y adora conocer cada lujoso detalle de su ostentosa forma de vida...).


En momentos como este, la conciencia dolorida y la atención saturada encuentran un balsámico sosiego en la cultura y en las artes. Afortunadamente en Hervás, esta pequeña comunidad que componemos y este pequeño rincón del universo que habitamos, es posible encontrar a menudo este puerto de acogida para el ánimo y la razón. En el último mes hemos disfrutado, los jueves, de las excelente películas de "cine de autor" patrocinadas por la Caja de Ahorros; también, de unas fantásticas y entrañables jornadas de títeres y animación (gracias, Miguel y Cecilia); de los conciertos de las jóvenes promesas de la música clásica en el Museo Pérez Comendador (gracias, César); de una conmovedora conversación abierta, sobre la dignidad en la vida y en la muerte, con ese hombre decente y ciudadano ejemplar que es el doctor Luis Montes (gracias, don Luis, gracias, Ateneo Libertario); sin olvidar los buenos ratos de música moderna en algunos bares de la localidad, la buena información de La Cronica del Ambroz en papel e internet y la amena compañía de Radio Hervás desde las ondas... Todo ello, gratuitamente, en horarios accesibles y apenas a un paso de casa...


Es una fortuna tener al alcance de nuestros sentidos todas estas experiencias tan gratas y enriquecedoras. Pero ocurre que, tarde o temprano, la tapa del piano se cierra, los títeres vueven a su caja, la película alcanza los títulos de crédito, y ya estamos de nuevo frente a la realidad, que vuelve, como sombra machadiana, "inútil, dócil y muda", para asfixiarnos de guerra, de crisis, de privilegios, de injusticias, de terror, de balas, de lágrimas... Vuelve también entonces esa terrible sensación de que los seres humanos somos la mayoría del tiempo unos completos estúpidos, y que, aunque hemos sido capaces de conquistar cimas impresionantes en el campo de la expresión artística y cultural, en lo que respecta a nuestra convivencia colectiva nos queda mucho por hacer hasta poder presumir de ser, de verdad, una sociedad civilizada y una especie inteligente.

Francisco Moriche Mateos, junio de 2009


Difundido también a través de KaosExtremadura.

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