Tras cuarenta años de dictadura y treinta de democracia, aparece, quizá corta, pero deseada, la Ley para la Recuperación de la Memoria Histórica.
También comienzan, como siempre y desde la misma trinchera, las malolientes preguntas y opiniones: “¿Para qué remover? Son malos recuerdos, no es buen momento…”.
Somos muchos los que crecimos bajo una única y obligatoria versión del Movimiento Salvador y luego… hemos seguido madurando con el olvido voluntario.
¡Ya está bien! ¿Qué pasó? ¿A quiénes? ¿Por qué? ¿Dónde están enterrados? ¿Cómo fue su tiempo de cárcel, de depuración, de trabajos forzados, de exilio y destierro? ¿En qué situación quedaron sus familias?
También comienzan, como siempre y desde la misma trinchera, las malolientes preguntas y opiniones: “¿Para qué remover? Son malos recuerdos, no es buen momento…”.
Somos muchos los que crecimos bajo una única y obligatoria versión del Movimiento Salvador y luego… hemos seguido madurando con el olvido voluntario.
¡Ya está bien! ¿Qué pasó? ¿A quiénes? ¿Por qué? ¿Dónde están enterrados? ¿Cómo fue su tiempo de cárcel, de depuración, de trabajos forzados, de exilio y destierro? ¿En qué situación quedaron sus familias?
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